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¿Por
qué a mi?
Texto cortesía de Escuela de Protección
Personal
Unos más que otros. Pero casi todos hemos sido víctimas
de distintos tipos de agresiones y no siempre la culpa la tiene
la mala suerte. En la interacción agresor -agredido la
mayoría de las veces somos nosotros quienes damos carta
blanca para que nos haga daño. Si siente que este es su
caso, continúe leyendo.
Lo que leen en nosotros
Por norma de sentido común nadie agrede a otra persona
si no considera que obtendrá alguna clase de recompensa
(material o psicológica) y siente que tiene probabilidades
de lograrla sin mucho esfuerzo.
Esta premisa, tomada de la Psicología de la Violencia,
aplica muy bien a lo que se conoce como "Criminal Mindset"
o mentalidad criminal. Bajo este enfoque, se considera al agresor
una especie de depredador que siempre va a buscar la presa más
fácil.
Este enfoque nos dice que a diferencia de nosotros, la mentalidad
predadora busca y mide a su presa. La presa más fácil
no es sólo aquella que por motivos circunstanciales (despiste,
desprotección, etc.) ofrezca el mejor botín, sino
aquella que demuestre que es más fácil dominarla.
Distintos estudios que se han hecho sobre el proceder de algunos
agresores indican aquellos "trucos" que utilizan para
darse cuenta si usted o yo seremos presas fáciles, la mayoría
puede resumirse en la forma en que manifestamos que tenemos miedo.
Algunas pistas que le damos al agresor para saber si puede abordarnos
y agredirnos con éxito son las siguientes:
Negar la situación o "hacernos los locos"
: Nosotros le llamamos "la Estrategia del Avestruz"
y consiste en aparentar que no nos percatamos de la presencia
del agresor. Esta reacción es básicamente una respuesta
de negación y huída producto del miedo (por ejemplo
cuando nos llaman o se nos quedan viendo). Piense en una persona
que es abordada en su carro atascado en una cola y se queda mirando
hacia delante tratando de aparentar que no escucha los golpes
del agresor en el vidrio de su ventana o, más común,
una mujer que camina impávida a pesar de ser seguida por
un hombre que le dice obscenidades y es obvio que va a tratar
de tocarla.
Evitar
contacto visual:
El contacto visual es signo de fortaleza y seguridad en muchas culturas.
En los occidentales, mirar a una persona demuestra seguridad y confianza.
Evadir la mirada tiende a interpretarse como miedo y es un recurso
inconsciente con el cual tratamos de decirnos "si yo no lo
miro, el dejará de mirarme".
Voz entrecortada y baja: Hay agresores que tienen la costumbre
de preguntar algo antes de abordar a la persona. La pregunta puede
ser algo tan llano como "qué es lo que te pasa"
hasta algo tan simple como llamarnos, pedir la hora o dinero. La
pregunta tiene el objetivo de medir qué tan asustados estamos
o qué tan efectiva es la intimidación. Si respondemos
con voz baja y entrecortada obviamente expresamos miedo.
Temblor y/o rigidez: Àcómo caminamos cuando sentimos
que alguien nos sigue para hacernos daño? Por lo general
tensos y con paso apurado. De igual forma, el temblor en las manos
y los hombros tensos denotan un organismo que se prepara para un
escenario que percibe como peligroso. Por lo general, los brazos
y las piernas indican con mayor facilidad nuestros estados de ‡nimo
ya que son extremidades que están lejos de la cabeza (donde
conscientemente podemos dominar nuestros impulsos). Piense en las
personas que se sientan y comienzan a mover una pierna en señal
de nerviosismo.
Asustados, pero no disminuidos
La teoría de la mentalidad predatoria no dice que el agresor
es un experto en lenguaje corporal, sino simplemente alguien que
ha aprendido a reconocer estas señales producto de un entorno
violento, donde aparentar miedo es signo de derrota.
Otro aspecto interesante de este enfoque es que indica que el agresor
presenta un bajo nivel de tolerancia a la frustración y poca
madurez emocional, por lo que es sumamente fácil que ataque
si nosotros lo provocamos.
Por consiguiente, manifestar miedo o ánimos de retaliación
no son buenas opciones. Entonces Àqué debe expresar? Continúe
leyendo:
Sea asertivo: Es prácticamente imposible no sentir
miedo frente a un escenario que puede volverse violento. Pero una
cosa es sentirlo y otra expresarlo. Ser asertivo consiste en hacerle
saber al agresor que usted conoce cuáles son sus intenciones,
está dispuesto a defenderse pero prefiere no hacerlo a menos
que lo obliguen.
Haga contacto visual: Sin llegar a ser retador, mire francamente
a la persona y hágale saber que no es fácil sorprenderlo.
Hable claro y fuerte: Sin llegar a gritar o amenazar hable
si tiene que hacerlo.Evite los insultos, una cosa es decir "quédate
quieto" y otra muy distinta es "quieto ahí, imbécil".
La primera respuesta ofrece una salida honorable en la cual reconoce
a la otra parte, la segunda indica desprecio hacia el agresor y
lo más probable es que lejos de detenerlo lo incite a agredir.
Esto principios aplican sobre todo a aquellos provocadores "bravucones"
y los violadores, ya que son los más que tienden a la confrontaci—n
física. Con los atracadores tiende a ser mucho más
fácil ya que el caminar erguido(a), con paso seguro y consciente
del entorno es suficiente para que siga de largo a buscar a alguien
que, a diferencia de usted, aparente ser una víctima.
Por encima de todo, negarse a ser una víctima
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