Caminando
por las nubes
Somos animales de costumbre. Imbuidos en el día a día
poco a poco vamos construyendo patrones de conducta que tienden
a repetirse y la mayoría de los agresores lo sabe.
Piense en lo siguiente: ¿cuál es su estado mental
cuando cubre la ruta diaria a su trabajo? ¿a la casa? ¿En
qué piensa mientras maneja por el mismo camino de todos
los días? Probablemente en el día que tendrá
o tuvo, en lo que dejó de hacer o lo que tiene pendiente.
En lo que la Psicología Gestalt llama los Círculos
de la Experiencia por lo general nos movemos en el pasado o el
futuro y sólo en ocasiones muy extrañas en el presente
(Aquí y Ahora).
Ante situaciones y escenarios conocidos tendemos a construir patrones
que nos colocan en automático y los repetimos una y otra
vez. La misma ruta, el mismo paso al caminar, miramos las mismas
tiendas y por ende perdemos conciencia del entorno. Son estos
momentos los que nos vuelven más vulnerables porque simplemente
vamos pensando en cualquier cosa menos en lo que tenemos enfrente.
Algunos patrones comunes que tendemos a repetir cuando estamos
tenemos encendido el piloto automático:
No mirar a los alrededores al llegar a la casa
Pasar justo por el medio de un grupo de desconocidos
Montarnos en el carro sin mirar el puesto trasero o los
carros estacionados alrededor
Frenar ante alguien que se atraviesa sin mirar por el espejo
retrovisor
Utilizar la misma ruta y ni siquiera acordarse de lo que
vimos en el camino
Al
hacerlo nos volvemos totalmente predecibles y colaboramos con
dos de los cinco factores que hacen exitosa una agresión:
Conseguir un "despistado"
Sorprenderlo Dejar el escenario sin ser visto o llamar
la atención
No dejar ninguna pista
Conseguir lo que se vino a buscar: dinero, sexo, etc.
Esto explica por qué es tan fácil agredir a una
persona cuando camina hacia su carro luego de un día de
oficina, atracarla justo cuando est‡ entrando a la casa o secuestrarla
camino al trabajo.
Es muy fácil darse cuenta de alguien que está en
automático: mirada hacia el piso, no mira quien tiene al
lado, camina con el mismo ritmo, cabeza ladeada, incluso hay algunos
que gesticulan y hablan en voz baja: La víctima perfecta.
Un poco de trabajo extra por parte del agresor y se pueden levantar
los itinerarios habituales, rutas preferidas, tiempo que tarda
en trasladarse y los momentos de mayor vulnerabilidad. Lo que
queda es ubicar el mejor lugar para agredir.
Planeta tierra
llamando
Evitar el piloto automático es bastante difícil
porque es un hábito adquirido y fortalecido conforme pasa
el tiempo. La mejor manera de retomar el control es evitando lo
que hace posible el hábito: la rutina diaria repetida una
y otra vez.
Añada variaciones a su ruta, camine por la otra acera,
mire la gente alrededor y trate de detectar a los desprevenidos,
escuche la calle, estaciónese en un lugar distinto (pero
seguro). Es decir, añada algo nuevo que lo obligue a estar
pendiente de lo que hace. Con el tiempo tenderá a desarrollar
lo que se llama Condición Amarilla, o un estado
de alerta relajada que le permitirá anticipar situaciones
de peligro y mejorará notablemente su propia seguridad
al frustrar dos de los cinco factores mencionados arriba.
Mantenga contacto con los terrícolas y evitará sorpresas
desagradables.